Pero, como apunta Nagle, la cultura del anonimato fomentó la constitución de un entorno propicio para socializar los pensamientos más oscuros y formas violentas de ciberacoso. Pornografía extraña, jerga friki, imágenes gore, chistes para entendidos, fantasías suicidas u homicidas, racismo y misoginia, etc. pueblan el foro, mayormente masculino (Nagle, 2018: 26).