Este encargo fue dado antes de la introducción del pecado en el mundo; por lo tanto, el hombre, en su estado original de inocencia, experimentó y gozó del amor y de la procreación.
Esto implica necesariamente un hermoso impulso para unirse, sentido por el esposo y la esposa. Indudablemente Adán y Eva sintieron ese impulso en el jardín del Edén, tal como Dios lo ha ideado,