Ejercer de comadrona cambió a mi madre. Pese a ser una mujer adulta con siete hijos, por primera vez en su vida era, sin objeciones ni salvedades, quien estaba al mando. En los días posteriores a un parto, en ocasiones percibía en ella parte de la fuerte presencia de Judy, ya fuera en el brío con que volvía la cabeza o en el arco imperioso de una ceja. Dejó de llevar maquillaje, y más tarde dejó de disculparse por no llevarlo.