A medida que una persona crece, la lectura se vuelve cada vez más difícil porque el hábito de la lectura, por no llamarlo “la felicidad de la lectura” como alguna vez dijo Borges, se adquiere cuando uno es chico. Es muy difícil inducir a alguien a que lea si no ha leído en
toda su vida o si tiene a la lectura como a algo aburrido, como algo que es necesariamente pesado u obligatorio. ¿Usted tiene hijos? Lo que le aseguro que daría buenos resultados es que le prohíba a su hijo leer determinados libros. Si se los prohíbe seguro que va a querer leerlos. Usted dígale: “De acá para acá podés leer, pero de acá para acá, no tocás ni un solo libro porque no son para vos”. Y ahí, en esa prohibición, usted le pone los libros que quiere que él lea. Yo me juego la cabeza de que él se va a trepar a las sillas, de que va a hacer lo imposible para no cumplir con la orden y desobedecerla. Y al desobedecer él va a aprender a leer.