Sin embargo, el querer clasificar y establecer vínculos es lo que hace de nosotros seres pensantes. Pensar significa establecer conexiones en el cerebro. Cuanto más ordenados estén los datos y menos aleatorias sean las conexiones entre sí, en la medida en que pueden constituir patrones, más fácil resulta almacenarlos en la mente, transmitirlos a otra persona, anotarlos en un libro.