Otros días, en cambio, no soportaba que la tocase. A veces le entraban ganas de acostarse con él varias veces al día, y cuando él empezó a resistirse a sus demandas, le preguntó con temor si es que tenía un lío con alguien.
—¡Por Dios, Rahel! —había exclamado él—. ¡Para empezar, no me resulta muy excitante que se me ponga la presa delante de la escopeta de esa manera y, segundo, hay personas para las que el sexo no tiene esa importancia