Y si el maestro Ned Land no tuvo que arrepentirse por su glotonería en tal circunstancia, fue porque la ostra es el único alimento que no provoca nunca indigestiones. En efecto, son necesarias no menos de dieciséis docenas de esos moluscos acéfalos para dar los trescientos quince gramos de sustancia azoada que requiere la alimentación de un solo hombre.