Fernando De Orbaneja

Sus soportes siguen siendo el temor, el deseo y la esperanza, síndrome complejo eficazmente estimulado por las iglesias, diestras en el negocio de capitalizar la debilidad humana.

Dice Steven Weinberg que “la religión no sólo es absurda, sino también dañina para la civilización”. Veremos que tiene toda la razón.

ignorancia, el miedo a lo desconoci- do, es lo que crea dioses,

Dice Steven Weinberg que “la religión no sólo es absurda, sino también dañina para la civilización”. Veremos que tiene toda la razón.

constitutivamente inaccesibles a cualquier tentativa de conocimiento que se ajuste a las reglas indispensables de la observación intersubjetiva controlada por la razón.

Las formas de la ilusión religiosa giran siempre, en el fondo, en torno a dos ejes

puso en marcha un lento proceso de reflexión sobre experiencias de todo tipo que le llevó a inventar el alma

Según Marett (The Thershold of Religion, 1909), el hombre no comenzó a especular sobre sueños y visiones, y a formular ideas de fantasmas, sino que parece que fue movido por hondas emociones suscitadas por inexplicables fenómenos que causaban pánico.

Así surgieron los dioses, inicialmente incontables, indefinibles e imprevisibles, pero poco a poco modelados e integrados, mediante el trabajo imaginativo, según esquemas de cierto orden y jerarquía –en paralelo con las estructuras políticas y sociales del clan o de la tribu–.