Los datos apuntan, precisamente, en el sentido contrario. La gran mayoría de indicadores evidencian una auténtica revolución en los resultados educativos españoles durante las últimas décadas. Han mejorado el acceso y la permanencia en el sistema educativo, y se ha logrado que sea más inclusivo, comprensivo y que disponga de mejores servicios e infraestructuras. Desde la llegada de la democracia, se ha erradicado el analfabetismo, se han universalizado el segundo ciclo de Educación Infantil y la Educación Secundaria, ha aumentado la escolarización obligatoria hasta los dieciséis años, hay mayor esperanza de vida escolar,
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se ha incrementado el porcentaje de personas que estudian y titulan en todos los niveles, y se ha producido una progresiva equiparación de la formación de la población adulta en relación con la Unión Europea.