Lo más interesante del salto adelante efectuado por Fechner era que no se contentaba con proponer una forma de reduccionismo biológico. Tras dejar meridianamente claro que no era su intención sugerir que la mente estuviera compuesta por materia física, matizaba que “la voluntad, el pensamiento, la mente entera será todo lo libre que pueda, pero tan sólo podrá ejercitar dicha libertad por medios que se ajusten a —y que no vayan en contra de— las leyes generales de la energía cinética”.[14] La energía, tal como era entendida por Fechner, atravesaba la frontera entre la mente y el cuerpo, obedeciendo las leyes de la matemática al hacerlo.