Se paró un momento y miró hacia atrás y al reflejo de la luz de la calle vio la gran cola del pez levantada detrás de la popa del bote. Vio la blanca línea desnuda de su espinazo y la oscura masa de la cabeza con el saliente pico y toda la desnudez entre los extremos.
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Lo que pasa es que ya no tengo suerte. Pero, ¿quién sabe? Acaso hoy. Cada día es un nuevo día. Es mejor tener suerte. Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto».
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—Si los otros me oyeran hablar en voz alta, creerían que estoy loco —dijo—. Pero, puesto que no estoy loco, no me importa.
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Me alegra que no tengamos que tratar de matar a las estrellas.
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«Debiste haber traído muchas cosas —pensó—. Pero no las has traído, viejo. Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay».
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«El viento es nuestro amigo, de todos modos —pensó. Luego añadió—: A veces. Y la gran mar con nuestros amigos y enemigos. Y la cama —pensó—. La cama es mi amiga. La cama, y nada más —pensó—. La cama será una gran cosa. No es tan mala en derrota —pensó—. Jamás pensé que fuera tan fácil. ¿Y qué es lo que te ha derrotado, viejo?».
—Nada —dijo en voz alta—. Me alejé demasiado.
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Notó lo agradable que era tener a alguien con quien hablar en vez de hablar sólo consigo mismo y con el mar—. Te he echado de menos —dijo—.
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—Ahora pescaremos juntos otra vez.
—No. No tengo suerte. Yo ya no tengo suerte.
—Al diablo con la suerte —dijo el muchacho—. Yo llevaré la suerte conmigo.
Batteryцитирует2 года назад
A veces alguien hablaba en un bote. P
El viejo zarpa al mar. Todo esto después de haber comido con el muchacha y dormir y levantar al muchacho por la mañana y el muchacho haber ido a buscar saldinas aka carnada para la pesca.
Alejandro Orellanaцитирует2 года назад
luego, recuerda que el pez no ha comido desde que cogió la carnada y que es enorme y necesita mucha comida. Ya me he comido un bonito entero. Mañana me comeré el dorado. Quizá me coma un poco cuando lo limpie. Será más difícil de comer que el bonito. Pero después de todo nada es fácil.”
–¿Cómo te sientes, pez? –preguntó en voz alta–. Yo me siento bien y mi mano izquierda va mejor y tengo comida para una noche y un día. Sigue tirando del bote, pez.