Para hacer que un sueño se vuelva realidad, hay que tener primero un sueño, creer en él y trabajar por realizarlo. Normalmente, es esencial que otra persona que sea significativa para nosotros crea que ese sueño es posible: esa persona es una portadora de visión, cuya fe suele ser crucial: Daniel Levinson, en Seasons of a Man’s Life, describe la función de una «mujer especial» en la fase de transición de un joven hacia el mundo adulto. Levinson asegura que tal mujer tiene una conexión especial con la realización del sueño de aquel. Le ayuda a dar forma al sueño y a hacerlo realidad. Lo comparte, lo bendice, cree en el joven como el héroe del mismo, se une a él en su viaje de descubrimiento y le proporciona un santuario en el que puede imaginar sus aspiraciones y alimentar sus esperanzas