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Antoine Compagnon

  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    En las notas que tomó en Bélgica al final de su vida, Baudelaire compara el sufragio universal con un encuentro cara a cara del hombre consigo mismo:
    (Nada más ridículo que buscar la verdad en la cantidad.)
    El sufragio universal y el espiritismo. Es el hombre buscando la verdad en el hombre (!!!) (ii, p. 903).
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    El espiritismo y el sufragio universal eran dos manías de Victor Hugo, una de ellas racional y la otra irracional, pero ambas igual de absurdas, ya que le restan importancia a la miseria del hombre, como decía Pascal, y muestran su orgullo, su ilusión de poder encontrar él solo la verdad, por sí mismo y en sí mismo.
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    En un breve poema en prosa de El spleen de París, “El espejo”, la soberanía popular es ridiculizada:
    Un hombre espantoso entra y se mira en el espejo.
    —¿Por qué se mira usted en el espejo, si solo puede verse con disgusto?
    El hombre espantoso me responde:
    —Señor, según los inmortales principios de 1789, todos los hombres son iguales en derechos; así que tengo derecho a contemplarme; que sea con gusto o con disgusto es puro asunto de mi conciencia.
    En nombre del sentido común, yo tenía indudablemente razón; pero desde el punto de vista de la ley, él no estaba equivocado.
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    Bajo el Antiguo Régimen, el espejo era un objeto de lujo, una prerrogativa de la nobleza, pero luego la industria procedió a difundir a precios económicos la facultad de mirarse y admirarse. Como hace notar Jean Starobinski, “mirarse en el espejo es el privilegio aristocrático del individuo que sabe convertirse en actor de sí mismo”, es decir, desdoblarse, mirarse como a un otro, como a un dandy, y no perderse como Narciso en la contemplación de sí. La democratización del espejo es para Baudelaire, por lo tanto, un “verdadero sacrilegio”, a la vez un escándalo político y una herejía metafísica.
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    A través del sufragio universal, el hombre busca la verdad en la cantidad, como en un espejo.
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    Baudelaire afirmaba en un severo fragmento de “Mi corazón al desnudo”:
    Lo que pienso del derecho al voto y del derecho a elecciones. De los derechos del hombre. […]
    ¿Se imaginan a un Dandy hablándole al pueblo, excepto para burlarse de él?
    El único gobierno razonable y seguro es el aristocrático.
    Monarquía o república basadas en la democracia son igualmente absurdas y débiles (i, p. 684).

    “El espejo” es el hombre de los derechos del hombre ridiculizado por el dandy.
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    La actitud de Baudelaire es representativa de la de muchos escritores que, bajo el Segundo Imperio, llenos de resentimiento hacia un pueblo capaz de votar por el tirano, consideraban que ellos mismos deberían haber contado con más de un voto y, como no era el caso, se abstenían de votar.
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    En 1861, Baudelaire compara a París con la ciudad que había conocido veinte años antes:
    París no era aún lo que es hoy día: una vorágine, un caos, una Babel poblada de imbéciles e inútiles, poco refinados en sus maneras de matar el tiempo y absolutamente hostiles a los deleites literarios. En aquella época, la élite parisina estaba compuesta de hombres encargados de moldear la opinión de los demás (ii, 162).
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    El negro, escribe Baudelaire en el Salón de 1846, es “la piel del héroe moderno”, “la vestimenta obligatoria de nuestra época, que sufre y lleva hasta sobre sus estrechos hombros negros el símbolo de un luto perpetuo” (ii, p. 494). Baudelaire describe el nuevo atuendo uniforme de los hombres sobre las avenidas. Hay, por lo tanto, algo masculino y viril en las viudas, vestidas de negro. En efecto, en la época solo las viudas son mujeres libres. No están sometidas ni a su padre ni a su marido; son amas de sí mismas. La joven viuda que vive su vida como se le antoja es también una fantasía que atraviesa toda la literatura del siglo; es una mujer que tiene deseos y disfruta de su independencia.
  • Adal Cortezцитируетв прошлом году
    En el paraíso nadie reía, tal como nadie lloraba. La risa expone la miseria del hombre y su ignorancia de dicha miseria, es decir, su orgullo: “La risa proviene de la idea de nuestra propia superioridad. Idea satánica si las hay” (ii, p. 530).
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