—Christopher, seamos claros, por favor. —Por primera vez en toda mi caminata me detuve en seco para mirarlo—. Si realmente me amaras me tendrías como una prioridad en tu vida y jamás hubieses pensado en estar con otra chica para satisfacer tus obsesivas ganas de tener sexo. Hubieses venido aquí para decirme: «Alice, ¿sabes? Necesito que tengamos más actividad sexual», o algo así. Tal vez hubiésemos podido solucionar este problema, pero ya lo arruinaste, ya estuviste con otra mujer y hasta ayer yo solo pensaba ingenuamente que solo habían sido un par de besos, pero simplemente eres peor de lo que imaginé, eres una mierda, Christopher.