Una sociedad bien puede estar descentralizada, utilizar energía solar o eólica, tener una agricultura orgánica o reducir la contaminación, pero ninguna de estas medidas dará lugar por sí misma, ni incluso en una combinación limitada con otras, a una sociedad ecológica. Como tampoco unos pasos aislados y poco sistemáticos, con independencia de las buenas intenciones que los guíen, podrán resolver, ni siquiera parcialmente, unos problemas que han tomado un cariz universal, global y catastrófico. Como mucho, las «soluciones» parciales sirven meramente como cosméticos con que maquillar la naturaleza profunda de la crisis ecológica. De esta forma, desvían la atención pública y la reflexión teórica de la comprensión adecuada de la profundidad y el alcance de los cambios necesarios.