Emma Reyes tuvo una infancia muy dura. Sin embargo, nació memoriosa y artista: llegó a ser conocida como pintora, pero acá aparece como escritora: su prosa tiene toda la claridad y sentido de lo inmediato que se atribuye, con o sin razón, a la visión de los niños, pero sin ninguna sensiblería. Además, escribe sin ningún resentimiento, resultando en un gran libro, que se puede considerar como todo un triunfo humano.