La paradoja del dolor es que proporciona el sentimiento de estar vivo y establece una frontera neta entre uno y el mundo. El individuo está en todas las partes donde lo toca el dolor. Si no está en ninguna parte, corre el riesgo de sentirse nada.
Hay una larga historia en nuestras sociedades acerca del dualismo entre el cuerpo y el alma (o el espíritu). Habría un dolor (físico) y un sufrimiento (psíquico). Se separa al dolor, que daña la carne, del sufrimiento, que daña la psiquis. Esta distinción opone el cuerpo y el espíritu como dos realidades separadas, mostrando al individuo como el producto de un collage surrealista. Pero el dualismo dolor-sufrimiento no tiene más fundamento que el dualismo cuerpo-espíritu. La condición humana es, desde el principio y en forma irreductible, una condición corporal (Le Breton, 2008)