El Lobo tiró de la llave y la puerta se abrió. Se arrojó sobre la buena mujer y la devoró en un periquete, pues hacía más de tres días que no había comido. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, esperando a Caperucita Roja, que llegó un poco después y llamó a la puerta: «Toc, toc».
—¿Quién es?
Caperucita Roja, que oyó el vozarrón del Lobo, tuvo miedo al principio, pero, creyendo que su abuela estaba resfriada, respondió: