Hemos jugado a la guerra, a hacernos los magnánimos y cosas así. Y toda esa magnanimidad se reduce a que no queremos ver cómo matan al ternero, pero después nos lo comemos con salsa. Nos hablan de derechos, de caballerosidad, de parlamentarismo, de compadecerse del que está sufriendo, etcétera. ¡Todo eso es absurdo!
O, como decía el lema de la Peace Pledge Union de entreguerras: “Las guerras terminarán cuando los hombres se nieguen a combatir”.