Por un lado, pues, está la imagen del Prometeo rebelde de Esquilo; por otro, la del dios artesano que fabrica de la arcilla y del agua a los seres humanos (como dicen los poetas latinos y Luciano). Ambas figuras confluyen en la imagen romántica del titán artífice que, con gesto audaz, se encariñó demasiado con sus criaturas y, por defenderlas, se rebeló y enfrentó al dios supremo, y tuvo que sufrir, orgulloso de su creación, el cruel castigo divino[10].
Por otra parte, algunos pensadores cristianos, como Lactancio, trataron de compaginar la figura de Prometeo con la del Dios creador del Génesis, aceptando solo a Prometeo como un hombre, el primer escultor o alfarero que modeló una figura humana, luego divinizado erróneamente por los paganos. Tras afirmar que solo Dios pudo crear al hombre (y lo hizo del barro, como dice la Biblia), Lactancio da una explicación evemerista del error: «Queda claro, pues, que es falso lo que dicen sobre la obra de Prometeo. Pero, como ya dije antes que los poetas no mienten del todo, sino que envuelven y oscurecen lo que dicen con figuras poéticas, por eso no afirmo que mientan, sino que admito que efectivamente Prometeo fue el primero que hizo del barro maleable y espeso la estatua de un hombre, y que a partir de él surgió por primera vez el arte de modelar estatuas re imágenes, ya que esto ocurrió en tiempos de Júpiter, tiempos en que por primera vez empezaron a levantarse templos y a aparecer nuevos cultos a los dioses. De esta forma la verdad fue tapada con mentira y aquello que era tenido como hecho por Dios empezó a ser atribuido al hombre, que imitó la obra divina. Por lo demás, la creación del hombre verdadero y vivo a partir del barro es obra de Dios».[