ries en conjunción con Marte, Saturno y Venus. Gracias a esta favorable situación astrológica, los humores que nutrían el cuerpo del recién nacido funcionaban con tanta intensidad que segregaron, en lugar de masa ósea, oro puro. Pero ahí no quedaba la cosa, ya que Horst estaba convencido de que la aparición del diente de oro era un aviso del fin de la expansión del Imperio otomano e indicaba un próspero futuro al Sacro Imperio Romano Germánico. Por el hogar de los Müller fueron pasando ilustres investigadores a cual más entusiasmado con el caso. Centenares de curiosos peregrinaban hasta la aldea de Weigelsdorf para ver al famoso niño del diente de oro. Al igual que Horst, otros estudiosos del tema publicaron libros sobre el suceso. Martin Ruland trató de hallar una explicación racional, mientras que John Ingolstetter coincidía abiertamente con la versión de Horst de que la pieza había salido por causas sobrenaturales