una época en la que la excelencia literaria coincide cada vez más con la habilidad de entretener. El escritor: aquel que, vigilado por su editor, que es la presencia humana más importante de su vida, inventa tramas. Eso significa que la emoción fundamental que se busca suscitar en el lector es la del reconocimiento. ¡Qué verdad es! ¡Cómo se parece todo eso a lo que me pasa! ¡Así es exactamente! Pero para que este delicado e incierto prodigio psicológico se produzca, el escritor debe pagar un precio. Debe, a costa de sacrificar notables aspectos de su vida y su carácter, pare