En Estados Unidos no hablamos lo suficiente de la manera en que la clase configura nuestra perspectiva de la realidad. Como tantos libros del primer feminismo reflejaban en verdad determinado tipo de sensibilidad burguesa blanca, estas obras no tocaron con hondura a muchas mujeres negras; no porque no reconociéramos las experiencias comunes que las mujeres compartíamos, sino porque estos rasgos comunes estaban mediados por diferencias profundas en nuestras realidades creadas por la política de la raza y de la clase.