Todos los bosques son en todas partes el mismo bosque, dice la Diosa, y atravesar ese bosque significa recorrer el mundo entero. Nosotros caminamos bajo sus árboles con las teas encendidas, al paso de las vacas sagradas.
Hace mucho tiempo que nos dirigimos al alba. Tanto que ya nunca pienso en cómo era mi vida antes y, cuando lo hago, es como si mis recuerdos pertenecieran a otra persona. Sólo sé que caminamos, que la marcha no se detiene nunca y que, en ocasiones, incluso eso parece también un sueño, y son los árboles y las colinas los que parecen venir a nosotros