Me inicié en el mundo de la música para el cine como todo el mundo, como espectador, pero también gracias a los relatos de mi padre. Y, más tarde, a través de mi propia experiencia de instrumentista, en aquellas salas donde se grababa música para películas, porque, precisamente con mi padre Mario, empecé a trabajar haciendo bolos en las orquestas de revistas y en aquellas que trabajaban para las numerosas grabaciones cinematográficas de aquellos años. Yo, sin embargo, trataba de guardar en secreto esa profesión, también ocultaba ser arreglista.