El lunes por la mañana me despierto con una determinación renovada. Si mis padres no quieren aceptarme como soy, me parece bien. Si la chica que me gusta va a competir conmigo usando mi propia cultura, me parece bien también. Pero ya estoy harta de avergonzarme. Tengo clarísima mi decisión: voy a elegirme a mí