No obstante, su pangermanismo había surgido ya con fuerza en Linz, en donde Hitler se dedicaba a leer con asiduidad los diarios que defendían la integración de Austria en una Gran Alemania y que hablaban de los «compatriotas alemanes».
Uno de los productos más confusos de la literatura panfletaria racista era el folleto Ostara, editado por un antiguo monje cisterciense que, en 1899, abandonó su monasterio y cambió su nombre, Adolf Josef Lanz por el de Jörg Lanz von Liebenfels. Instalado en un castillo, desplegó una bandera con la cruz gamada y se dedicó a predicar una nueva ideología basada en la pureza racial.