día siguiente Zilphia abandonó la escuela. A partir de entonces siempre estaba sentada en una silla junto a la ventana que daba a la plaza, con un delantal de hule. Junto a ella, la máquina de la señora Gant ronroneaba sin parar. La ventana no tenía barrotes. A través de ella, Zilphia veía cómo los chicos con los que solía ir a la escuela empezaban a emparejarse inevitablemente, entrando y saliendo de su campo de visión, algunos incluso hasta la casa del pastor o de camino a la iglesia. Un año Zilphia cosió el vestido de novia de la chica a la que solía visitar; cuatro años después, cosió vestidos para la hija de su amiga. Estuvo sentada frente a la ventana durante doce años