Entrecruzándose con nuestro género, orientación sexual, raza, tamaño, edad y capacidad, nuestros sistemas constantemente apoyan o denuncian a nuestros cuerpos, nos comunican lo que deberíamos o no deberíamos considerar válido respecto a los cuerpos de otras personas, y al mismo tiempo nos detallan qué deberíamos o no deberíamos aceptar sobre el nuestro.