Ahora bien, hasta aquí realmente salió todo perfecto. Si ella hubiera parado aquí, habría podido continuar desenvolviéndose sin problemas, sin que se descubriera su verdadero ser, y mi hospital no habría tenido por qué perder aún su mascota de la suerte. Sin embargo, debe ser que, como dice el proverbio, las cosas buenas siempre van rodeadas de desgracias. Cuando parecía que el impresionante talento natural que, de manera peculiar, ella mostraba para mentir, empezaba a remitir su actividad, resultó todo lo contrario: entró en una ebullición anormal que desembocaría en una situación inevitable.