No midas tu mérito diciendo que eres mejor que éste o aquél de tu edad o de tu clase, sino según los grados de tus capacidades, disposiciones, educación y las oportunidades que has tenido para ser mejor y más sabio que muchos otros. Ajusta cuentas sobre esto contigo mismo en horas solitarias y pregúntate, como un juez severo, si has aprovechado todas estas oportunidades para alcanzar un grado mayor de perfección.