Miño y Dávila

Por lo tanto, no hay acto humano que no sea una forma de éxtasis y de inacabamiento puesto que el animal humano no habita nunca un solo mundo: vive simultáneamente o sucesivamente en varias dimensiones (por ejemplo, como hemos visto, la vigilia y el sueño) y lo que la filosofía puede tomar como tarea es el misterio de explicar la unificación de la agencia humana y la paradoja de su articulación.

Como postula Ficino, el territorio de los sueños, equivalente al dominio de los espectros, es la esfera de otro mundo, una tierra poblada de seres de razón completamente independientes de la mente humana. En este sentido, la experiencia del sueño es la forma más extrema de una desubjetivación de la agencia humana. Por supuesto, la libertad no es afectada puesto que las voces sugieren sin ordenar y es el hombre quien acepta o deniega los presagios y hace propio su destino.

la mente humana, en este punto, se desterritorializa, literalmente, al entrar en el mundo de los sueños.