Miño y Dávila

Desde esta perspectiva, aquello que llamamos “carácter” se sitúa en un punto que desarticula por completo las nociones de “interioridad” o “exterioridad” para situarse en un espacio intermedio, no humano pero tampoco propio de la physis, donde una fuerza demónica se intersecta con una voluntad humana.

Corolario: un carácter no es sino el punto por el que, contingentemente, pasan varias rectas que vehiculizan potencias cósmicas que actúan en un espacio des-localizado al que denominamos Homo.

Son los demonios quienes habilitan la guerra, hacen posible la paz, imparten la justicia y, finalmente, constituyen un continente moral para el hombre.