Como postula Ficino, el territorio de los sueños, equivalente al dominio de los espectros, es la esfera de otro mundo, una tierra poblada de seres de razón completamente independientes de la mente humana. En este sentido, la experiencia del sueño es la forma más extrema de una desubjetivación de la agencia humana. Por supuesto, la libertad no es afectada puesto que las voces sugieren sin ordenar y es el hombre quien acepta o deniega los presagios y hace propio su destino.