Al ver a su madre Silja tan infinitamente muerta y perdida, lo único en lo que pensó fue en Alida. En su larga melena oscura y en sus ojos negros. En todo lo suyo. Asle tenía a Alida y ella era lo único que le quedaba, lo único en lo que pensaba. Asle acercó la mano a la cara fría y blanca de madre Silja y le acarició la mejilla. Ya solo le quedaba Alida. Eso pensó.