dirigidos casi todos por otras personas, con indicaciones mayores o menores –casi siempre menores– de Brecht. En cambio, en la tercera etapa, gracias a que por fin contaba con su propia compañía en un teatro destinado a ella, la labor de Brecht fue primordialmente la del director de escena, con poco trabajo de dramaturgia en relación con los años del exilio. Esta inclinación por cada faceta de las varias con las que se hace el teatro, según se lo fue permitiendo su vida, también repercutió en la manera como Brecht miraba el teatro en general: en efecto, no es igual escribir sin tener incidencia en la puesta en escena de lo que se escribe, que poder dirigir y tomar las decisiones finales sobre el escenario y ante los propios actores en persona.