No importa si eres una persona maravillosa, no importa cuánto amor tengas para dar, no importa cuán madura o sabia o exitosa o inteligente o responsable seas, cuando eres una madrastra siempre sufrirás una vulnerabilidad estructural al odio y al rencor, y es realmente poco lo que podrás hacer al respecto, salvo aguantar y mostrarte dispuesta a sembrar las semillas de la cordura y la buena fe a pesar de la mucha mierda que te tiren encima. Tampoco esperes que se reconozca tu labor: para la cultura, los padres biológicos son sacrosantos por definición, mientras que los padrastros y madrastras son unos entrometidos, egoístas, estafadores, sustancias contaminantes y pedófilos.