Unai Velasco

EN MI CAMA,

empujabas
por regresar
por donde
habías salido.

Los punkis yugulan mi voz al acordarme,
suben pulmonía, me dan su angina, su palabra:
la mala harina del diablo.

Todos estos secretos hacen a las chicas extrañas.

Pero yo ya quería haberme curado,
y no era tu madre.

Ahora el corazón me pesa
como un hijo tuyo dormido
y no alcanzo a lamérmelo.

Agárrate fuerte a mí que soy una canoa.

Besas como una serpiente.
Cuando matas un mosquito,
la mitad de sangre es tuya.
Cerdeña, verano del 2010

El comedor está lleno de sangre,
contenida y buena,
intestinos aplicados
y órganos diligentes.

ME DEJABAS DORMIR ENCIMA DE TI
y no te he escrito nunca un poema bonito.
Tus olas me llenaban
las bragas de arena.
Ballena encallada, cachorro empapado.
Ahora, tibia como la leche del microondas,
puedo decir gracias,
me dejabas dormir encima de ti.

TODAS LAS CEBOLLAS, Y EL PAN Y EL TABACO
y los ratones y los hombres
y la levadura
me miraban tomando el sol
sin bikini
subida a tu escritorio.