Madame de Sévigné

El rey se rio con ganas de la anécdota, y todo el mundo encuentra que es la más cruel mezquindad que puede hacérsele a un viejo cortesano. Por mi parte, pues me gusta hacer reflexiones, querría que el rey consagrara alguna a este incidente

la acusa también de vanidad, falta de lealtad con sus amigos y tacañería («esa beldad –dice– es amiga si no le tocan el bolsillo»)

la marquesa se queja de que su belleza no haya servido aún para encontrarle marido

frase que más se ha citado es aquella en que la marquesa se muestra horrorizada ante la idea de «encontrarse impresa».

se darían con un canto a los pechos si las cornisas fueran el único motivo de ofensa [juego de palabras entre corniche, «cornisa», y cornes,

No creo que se pueda llevar más lejos la fuerza de la sangre.
Mi hija ha estado a punto de casarse. La cosa no llegó a buen puerto, no sé por qué. Ella os besa la mano, y yo, a toda vuestra familia.

había manifestado explícitamente a De Bussy-Rabutin su desagrado por la fama: de la carta del 26 de junio de 1688, que a continuación reproducimos, l

en una palabra, insinuáis que me arrimo al sol que más calienta, y que, de puro bien educada, no llevo la contraria a quienes critican a los ausentes.

Somos amigos y somos de la misma sangre; nos gustamos, nos queremos, nos interesamos por nuestras respectivas suertes.

Estar en manos de todo el mundo; encontrarse impresa; ser el hazmerreír de todas las provincias, donde esas cosas hacen un daño irreparable; tropezarse una consigo en las bibliotecas y recibir este dolor ¿por quién? No quiero seguir exponiéndoos todas mis razones