Siempre he admirado a mujeres como Roxane Gay, jamás me habría imaginado que su vida estuviera marcada de la manera en la que un grupo de impunes lo hicieron; personalmente soy firme creyente que los años de silencio se acumulan en nuestro cuerpo como bien apuntaba Roxane, es un intento de hacer de nuestro cuerpo una fortaleza, una mundo con fronteras que nadie podrá pasar jamás.
Recomiendo la lectura de Hambre también como un ejercicio de empatía.
Hambre es un libro profundo, apto para replantearnos nuestro tipo de relación con la comida, el origen de nuestras hambres, pero sobre todo, la relación con nuestro cuerpo y con nosotras mismas. No es un libro de autoayuda, ni de una historia exitosa, al contrario, parte de que la autora nos abre la ventana a sus heridas y de una manera feroz narra una parte crucial de su vida y del desarrollo de su corporalidad. También plantea las limitaciones de vivir con un cuerpo estigmatizado en una sociedad cruel y en espacios tan poco empáticos e inaccesibles. Lo recomiendo mucho.