Svetlana Aleksievich

A veces pienso en mis compañeros de la universidad… Nos hemos convertido en cualquier cosa—altos ejecutivos de agencias de publicidad, empleados de banca, vendedores—; en cualquier cosa menos en filólogos…

A nosotros nos resultó más fácil asistir al desplome de las ideas comunistas, porque no estábamos vivos cuando esa idea era aún joven y fuerte, cuando aún no había perdido el aura mágica de un romanticismo fatal y seguía viva la esperanza alimentada por la utopía.

El Estado ya no era dueño del alma de aquella mujer, era una persona libre

A la historia sólo parecen preocuparle los hechos, las emociones quedan siempre marginadas, no se les suele dar cabida en la historia.

a libertad resultó ser la rehabilitación de los sueños pequeñoburgueses que solíamos despreciar en Rusia. La libertad de Su Majestad el Consumo

Los seres humanos quieren vivir sus vidas, sin necesidad de hacerlo movidos por un gran ideal. Y eso es algo que no ha conocido nunca Rusia, como tampoco es algo que aparezca en la literatura rusa. En el fondo, somos un pueblo proclive a la guerra. Nunca hemos vivido de otra manera. De ahí viene nuestra psicología guerrera. Ni siquiera en tiempos de paz hemos sabido sustraernos a nuestra pasión por la guerra.

Todos contábamos con una sola memoria, la memoria del comunismo. Compartimos una misma casa en la memoria.

Después de la perestroika, todos ansiábamos la desclasificación de los archivos. Y cuando los desclasificaron por fin conocimos la historia que nos había sido hurtada…

«Fui parte de una gran batalla perdida en favor de una genuina renovación de la existencia»

Tal vez podría dividirse a los soviéticos en cuatro generaciones: la de Stalin, la de Jruschov, la de Brézhnev y la de Gorbachov.