Germán Espinosa

donde viví una infancia feliz, donde, en sus anchas y frescas habitaciones cubiertas por grandes vigas de madera blanqueada, lloré de amargura y soledad meses enteros,

de aquella Cartagena, tan viva en mi memoria, donde transcurrieron mi infancia feliz y también los días de horror,

una nación que poco o nada tuvo nunca que ver con la historia universal de las ideas, que despreció desde sus orígenes la reflexión filosófica, cuyo arte se ha recreado girando en torno a la muerte y a la fe,