Alejandro Paniagua Anguiano

Tu nombre es Lúa, eres una niña de once años

Determinas que tener dos flores en vez de ojos, en realidad ofrecería diversas ventajas. Por ejemplo, cada vez que observáramos algo que nos hiciera estremecer

la naturaleza tendría piedad, y enseguida dos abejas se pararían en nuestra mirada para extraer el polen de las pupilas y así impedir que sigamos mirando aquellos infortunios

Además, cuando despertáramos con la faz cubierta de rocío, luego de llorar toda la noche, nuestra tristeza embellecería la habitación, en vez de afearla como generalmente sucede con la pesadumbre

Un último beneficio, concluyes, es que luego de morir, podrían enterrarnos con los ojos de fuera; y así, mientras alguien llorara por nosotros, nuestra tumba siempre tendría un par de flores para adornarla

Sales de la fosa clandestina, Lúa, a través del agujero en el muro

Tu abuela entra al cuarto, le sueltas una pregunta que pondrá en acción tu destino

Abuela.
—¿Qué?
—¿De plano dios nunca nos oye?
—No.
Tu abuela apaga la luz y camina hacia la puerta

es vencido, comienza a ahogarse. La falta de aire y la zozobra le resultan familiares, ha vivido así por años

[Recuerdo de Tres cruces]