el comerse a otro por hambre o necesidad no es un acto de maldad, ni de crueldad, aunque a veces lo parece, pero en realidad no lo es, sino una simple cadena trófica que no coloca a nadie por encima de nadie, porque al final de cada ciclo vital todo lo que es nacido es consumido por otros, no importa su tamaño ni sus habilidades, como tampoco importa su supuesta inteligencia.