Puede que no existiese entonces, como ahora, reto más difícil, no en vano afirmaba Spinoza al final de su obra: «¿Cómo podría acontecer, si la salvación estuviese al alcance de la mano y pudiese ser descubierta sin gran esfuerzo, que fuera casi despreciada por todos? Más todas las cosas excelsas son tan difíciles como raras» (Baruch Spinoza, Sobre la felicidad, último escolio de la Ética).