Como observa Traister, es junto a nuestras amigas que construimos nuestras identidades, nuestros sueños y nuestras ambiciones, incluso más que por las vías tradicionales del matrimonio y la familia. En una línea similar, Schaefer reconoce que sus amistades femeninas “tienen todas las marcas de las relaciones románticas, salvo que son platónicas. Pero son historias de amor […] en las que no soltamos a la otra persona” 127.