La pregunta clave es: ¿quién ganó y quién perdió con este virtual diluvio de información pública, que roza los límites de la privacidad? En pos de la transparencia, la respuesta parece ser “todos ganaron”, y muy posiblemente ese haya sido el efecto buscado por los iniciadores de esta política en Noruega. Pero, por otro lado, existe abundante evidencia científica de que las comparaciones juegan un rol crucial en el bienestar de las personas, y de que en numerosas circunstancias estas pueden tener un resultado adverso. Varias disciplinas han contribuido a esta visión, desde la psicología social a la antropología, pasando por la economía, la filosofía y los recientes aportes de la neurociencia. Todas apuntan a que los ingresos de las personas reflejan la forma en la que la sociedad reconoce los esfuerzos y talentos de sus habitantes, de modo que la revelación de ingresos enfrenta al individuo a evaluar si considera justa o no su posición relativa en dicho reparto.