Inma Rubiales

Hasta que nos quedemos sin oportunidades, Maia. O hasta que nos quedemos sin estrellas.

Y exploto, como cuando muere una estrella.

Hay algo triste y romántico en la idea de dejar ir a alguien por amor.

Pensaba que nunca conocería al chico perfecto. Hasta que llegaste tú.»

No es que el destino me odie, ni mucho menos.

El problema soy yo.

Ser fuerte no significa que seas de piedra. Todos pasamos malos momentos porque, nos guste o no, la vida es así. La diferencia está en lo que hagas después. Puede que te derrumbes, pero sigues adelante a pesar de todo. Por eso eres fuerte. Más de lo que te imaginas.

Siempre he creído que hay dos tipos de miedos en el mundo. Por un lado, están los necesarios, esos que nos mantienen a salvo, y, por otro, los que nos retienen en nuestra zona de confort y nos impiden llevar a cabo cosas que nos harían felices.

No podemos juzgar los problemas de los demás. Lo que a mí me parece insignificante a otro puede suponerle un mundo,

—Sabes bien lo que diría él —responde, reacomodándose para mirar de nuevo las estrellas—. La esperaría, Maia. Sin dudarlo ni un segundo, el tiempo que haga falta y por el bien de ambos, él la esperaría.

Nunca había sentido esto con nadie, así que supongo que antes tampoco tenía ni idea de lo que era el amor. Y ahora por fin lo he descubierto.