Este texto siempre fue considerado por Simone Weil como su obra principal. En 1940, cuando pensaba irse de Francia, le escribió a un amigo para hacerle saber que le concedía un valor particular.
Aunque fue escrito hace cerca de medio siglo, este ensayo llama la atención por su inmediata actualidad. Tras leer el manuscrito, Alain (Émile Chartier) le escribió a la autora: "Su trabajo es de la mayor importancia" y forma parte de esos pocos trabajos que abren "el futuro próximo" y preparan la "auténtica Revolución".
El período presente es de esos en los que todo lo que parece suponer una razón para vivir se evapora y, si no queremos caer en el desasosiego o la inconsciencia, debemos cuestionarlo todo. Que el triunfo de los movimientos autoritarios y nacionalistas arruine por todas partes la esperanza que las buenas gentes habían depositado en la democracia y el pacifismo no es más que una parte del mal que nos aqueja; este es mucho más profundo y amplio. Podemos preguntarnos si existe un solo ámbito de la vida pública o privada en el que las fuentes mismas de la actividad y la esperanza no estén envenenadas por las condiciones en que vivimos.