El antropólogo inocente es un texto ciertamente insólito del que se dijo: «Probablemente el libro más divertido que se ha publicado este año. Nigel Barley hace con la antropología lo que Gerald Durrell hizo con la zoología» (David Holloway). El autor, doctorado en Antropología en Oxford, se dedicó durante un par de años al estudio de una tribu poco conocida del Camerún, lo que constituyó su primera experiencia con el trabajo de campo, y casi la última. Nigel Barley se instaló en una choza de barro con la intención de investigar las costumbres y creencias del pueblo dowayo. Conocía la teoría del trabajo de campo, pero, como descubrió enseguida, ésta no tomaba en consideración la escurridiza naturaleza de la sociedad dowayo, que se resistía a amoldarse a norma alguna. En esta crónica del primer año que pasó en África, Nigel Barley –tras sobrevivir al aburrimiento y a desastres, enfermedades y hostilidades varias– nos ofrece una introducción decididamente irreverente a la vida de un antropólogo social.
Después de esta experiencia, el autor se incorporó al Museo Británico, cuyo departamento de publicaciones editó este texto como una curiosidad. La excitación que causó entre sus primeros lectores motivó que se publicara después en la colección de bolsillo de Penguin con extraordinario éxito.
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«Combina el candor y el colorido de los relatos de los primeros exploradores con un agudo ingenio y un desternillante sentido del absurdo» (Roger Sandall, Encounter).
«Muy adecuadamente considerado por muchos críticos como el libro más divertido del año» (Stephen Pile).
«Pocas veces se habrán visto reunidos en un libro de antropología un cúmulo tal de situaciones divertidas, referidas con inimitable humor y gracia, y una competencia etnográfica tan afinada, como los que NigelBarley ofrece en esta minuta de su trabajo de campo entre los dowayos» (Alberto Cardín).